Este es el caso de Ira Grabenko, de 38 años. Llegó a mediados de marzo a Quarteira, en Loulé, en el distrito de Faro, donde tiene familia, y consiguió alojarse con sus hijos, de 19 y 8 años, en un apartamento en el que le permitieron quedarse gratuitamente con una condición: cuando llegue el verano, tiene que dejar el apartamento.
A pesar de que le advirtieron que sería algo temporal, Ira esperaba que la guerra "durara una o dos semanas" y entonces pudiera volver a Kiev.
Sin embargo, han pasado casi tres meses desde el inicio de la guerra, y sin que se vea el final, Ira sabe que no puede volver y no tiene perspectivas.
"Hasta ahora no tenemos ninguna solución. Si no encontramos un lugar tendremos que dejar el Algarve, es imposible encontrar una casa aquí", dijo.
Sin embargo, Iva, que es psicóloga de profesión, quiere quedarse en el Algarve porque su hijo de ocho años ya está en la escuela, y es en la región donde tiene familia: "No queremos irnos, pero probablemente tendremos que hacerlo".
La última esperanza está en un grupo de voluntarios que esperan información sobre soluciones de alquiler a largo plazo, un problema que en el Algarve no sólo afecta a los extranjeros, sino también a los portugueses, debido a la alta demanda y la escasa oferta.
Por su parte, Katerina, que se encuentra en la misma situación, tiene tres hijos de cinco, 14 y 17 años, y estaba pagando 650 euros al mes por un apartamento también en Quarteira, una de las zonas vacacionales más solicitadas del Algarve central.
Según su hermano Vadim, que lleva varios años viviendo en el Algarve y habla portugués con fluidez, su hermana pedía que la estancia se prolongara lo máximo posible, pero ahora el propietario quiere recuperar la casa para alquilarla a turistas.
"Está buscando una casa, pero hasta ahora no la ha conseguido. No sé si sólo aquí es tan complicado", dijo, señalando que sus sobrinos ya están escolarizados y que el deseo de su hermana es quedarse en el Algarve, donde también están sus padres.
Por ahora, Katerina espera la respuesta de algún británico "que pueda arreglar una casa", ya que hay "mucha gente intentando ayudar", concretamente, voluntarios extranjeros, que tienen "más posibilidades [económicas]" que los portugueses.
"Lo que preferiríamos es volver a casa [a Ucrania], pero por el momento no es posible volver todavía", dijo Vadim.
Loulé es uno de los municipios del Algarve que ha organizado viajes en autobús para llevar a los refugiados de Ucrania y se ha preparado para acoger a las familias, poniendo a su disposición unos 50 alojamientos compartidos.
Sin embargo, el alcalde de Loulé dijo a Lusa que, aunque el refugio tiene "todas las condiciones y dignidad", el hecho de que sean compartidos ha hecho que muchos opten por buscar vivienda en el mercado de alquiler.
Según Vítor Aleixo, "pocos" han accedido a quedarse en el alojamiento, prefiriendo encontrar otras soluciones "por su cuenta", y también hay una preferencia por quedarse en la costa, donde hay menos viviendas disponibles.
"Todavía tenemos espacio para la gente, pero lo que ha ocurrido es que la gente prefiere casas o apartamentos. No tenemos apartamentos", subrayó.
Para el alcalde, la falta de viviendas de alquiler a largo plazo en la región es una realidad "terrible" que afecta no sólo a los refugiados, sino a "todo el mundo" que busca una casa en el mercado.
Según Vítor Aleixo, el municipio aún dispone de espacio en dos lugares para alojar a ocho personas -cuatro en Almancil y cuatro en Salir- y está realizando obras en otros lugares para aumentar la capacidad.
Actualmente, en los alojamientos compartidos proporcionados por el municipio se encuentran ocho familias, un total de 28 personas, en las parroquias de Almancil, Alte, Salir y Quarteira.