Por primera vez, Portugal conmemora solemnemente el 25 de noviembre de 1975, una fecha que durante mucho tiempo quedó relegada a una nota a pie de página en los libros de historia. Este hito crucial en la consolidación de la democracia portuguesa ha sido a menudo pasado por alto, solo referenciado ocasionalmente por partidos y movimientos de tendencia liberal. No fue hasta 2019 que la fecha ganó una atención política más amplia cuando el CDS-PP propuso una votación conmemorativa del 44 aniversario. Aunque se aprobó, la votación se enfrentó a la abstención de los socialistas y a la oposición de los partidos alineados con los comunistas, lo que revela la división ideológica que aún rodea el significado de este día.
A diferencia del 25 de abril, ampliamente reconocido por todo el espectro político como el punto de partida de la democracia portuguesa, el 25 de noviembre es más polémico. Es vital recordar que, tras la Revolución de los Claveles, no todas las fuerzas militares y políticas estaban alineadas a favor de la libertad democrática. Para algunos, la caída del Estado Novo representaba una oportunidad para instaurar una dictadura comunista, apoyada activamente por la Unión Soviética. Álvaro Cunhal, líder del PCP, fue una de las figuras clave de este proyecto. En su famosa entrevista con Oriana Fallaci, afirmó que Portugal no tendría ni parlamento ni elecciones, descartando el papel de fuerzas moderadas como el PS de Mário Soares y el PPD de Sá Carneiro.
Fue el contragolpe del 25 de noviembre de 1975 el que acabó con las aspiraciones comunistas y solidificó el camino hacia una democracia pluralista. Es comprensible que para algunos sectores esta celebración oficial resulte incómoda. Sin embargo, la importancia histórica de la fecha es innegable: garantizó que la libertad conquistada en abril no fuera sustituida por otra forma de opresión.
La historia de Portugal ha estado marcada por la inestabilidad, desde la Primera República hasta el final del Estado Novo. Entre revoluciones, golpes de Estado y regímenes autoritarios, el país ha tenido pocos periodos de paz propicios al desarrollo político, social y económico. Hoy celebramos tanto el 25 de abril como el 25 de noviembre, pero ¿hemos alcanzado realmente la esencia de la libertad?
Un país verdaderamente libre no puede normalizar las iniciativas gubernamentales encaminadas a controlar la información. El reciente plan de acción del gobierno para los medios de comunicación es un ejemplo preocupante. Entre las medidas anunciadas están la creación de un código de conducta para los medios de comunicación, la reducción gradual de la publicidad en RTP y la lucha contra la desinformación. Aunque aparentemente bienintencionado, este plan plantea serias dudas sobre la independencia de la prensa.
Si el Estado se convierte en el mayor "interesado" en la información, es natural cuestionarse el impacto sobre la libertad de prensa. Los periodistas y profesionales de los medios de comunicación son plenamente capaces de ejercer su juicio y evaluar los hechos sin la supervisión de un "código de conducta" impuesto por el gobierno. Iniciativas como ésta se asemejan peligrosamente a experiencias pasadas, como la Secretaría Nacional de Información durante el Estado Novo, que se disfrazaba de servicio público pero era en la práctica un instrumento de propaganda del régimen.
Otra medida controvertida es el proyecto "Amália", una herramienta de inteligencia artificial diseñada para proporcionar información en portugués europeo. Aunque el nombre evoca la identidad nacional, es preocupante que se centre la atención en crear herramientas de control informativo mientras siguen sin resolverse los problemas estructurales del país.
Cinco décadas después del 25 de abril y del 25 de noviembre, Portugal sigue siendo uno de los países más pobres de la Unión Europea, a pesar de ser uno de sus mayores receptores de fondos comunitarios. Nos enfrentamos a una alarmante fuga de cerebros: más del 20% de la población vive en el extranjero, y las cifras siguen creciendo. Profesionales jóvenes y cualificados emigran por falta de oportunidades, mientras el país lidia con niveles insostenibles de gasto público.
Es imperativo que el gobierno adopte políticas liberales que reduzcan el peso del Estado en la economía y promuevan la libertad individual y empresarial. Proyectos como "Amália" o el plan de acción para los medios de comunicación no abordan los verdaderos problemas del país. En un escenario tan frágil, no podemos aceptar que se destinen recursos a iniciativas que parecen más centradas en el control de la información y en la propaganda pseudopatriótica que en la resolución de los problemas estructurales de Portugal.
Sí, por primera vez celebramos oficialmente el 25 de noviembre. Pero la pregunta sigue siendo: ¿somos realmente un país libre?
Cláudia Nunes - Presidente of LOLA Portugal | Fellow Young Voices Europe."