Desde las fiestas del trabajo hasta las reuniones familiares y los encuentros con los amigos en el pub, las fiestas navideñas están llenas de oportunidades para disfrutar de una copa de cava, un vaso de vino caliente o cualquier otra bebida alcohólica.

Si no tienes cuidado, antes de que te des cuenta estarás poniendo a todo volumen la música navideña, imitando a Mariah Carey y sintiéndote muy feliz.

Muchos de nosotros sabemos lo que se siente al despertarse con la cabeza dolorida después de haber bebido demasiadas copas navideñas, pero ¿te has preguntado alguna vez lo que la embriaguez le hace realmente a tu cuerpo?

Los expertos repasan algunos de los efectos físicos y mentales del exceso de alcohol...

Riesgos para la salud

"Aunque algunos tipos de bebidas alcohólicas, como el vino tinto, contienen antioxidantes, el impacto negativo del alcohol supera sus efectos positivos", afirma Signe Svanfeldt, nutricionista de Lifesum.

Aunque está bien disfrutar de un trago festivo si te apetece -el NHS británico recomienda no superar las 14 unidades de alcohol a la semana, repartidas en tres días o más-, hay muchos inconvenientes para la salud. Habla con tu médico de cabecera si te preocupa tu consumo de alcohol, o pide consejo a organizaciones benéficas como Drinkaware.

"Beber una cantidad excesiva de alcohol aumenta el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares", afirma Steph Keenan, directora de operaciones de la organización benéfica With You, dedicada al alcohol y la salud mental. "El alcohol también puede elevar nuestra presión arterial y ser perjudicial para todos los órganos de nuestro cuerpo, incluidos el estómago y el hígado".

El consumo excesivo de alcohol es perjudicial para el hígado en dos sentidos: el primero es un tipo de cicatrización llamada cirrosis.

"El tejido cicatricial se acumula porque el alcohol altera las sustancias químicas que descomponen y eliminan el tejido cicatricial", explica Rob Hobson, jefe de nutrición de Healthspan. "Con el tiempo, esto significa que el tejido cicatricial sustituye a las células sanas y el hígado tiene dificultades para funcionar correctamente".

El alcohol puede provocar una acumulación de grasa en el órgano: "La enfermedad del hígado graso puede impedir que funcione correctamente. Esto es reversible en primera instancia, dejando de consumir alcohol durante [al menos] dos semanas".

La naturaleza calórica del alcohol significa que "el cuerpo también lo utiliza como fuente de energía mientras se almacena la grasa", prosigue Hobson. "Beber en exceso puede provocar un aumento de peso, especialmente en el caso de los hombres, que se acumula alrededor del vientre, un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares".

Además del impacto directo, beber hasta el punto de intoxicación puede contribuir a otros problemas de salud: "También aumenta el riesgo de lesiones y enfermedades contagiosas, especialmente las respiratorias".


Actividad cerebral

Si bien beber hasta emborracharse puede provocar una sensación de euforia y un subidón inicial de energía, la cosa cambia en la materia gris.

"Beber alcohol afecta a nuestro sistema nervioso central y ralentiza la actividad cerebral", afirma Svanfeldt. "También puede afectar a nuestra memoria y autocontrol".

Por eso algunas personas tienen comportamientos más arriesgados cuando están borrachas, o quizá se caen y a la mañana siguiente no recuerdan cómo se hicieron esos moratones.

Problemas de sueño

"Si tienes problemas para dormir, puede parecer que el alcohol te ayuda a corto plazo, ya que te hace sentir más relajado", dice Keenan. "Pero beber alcohol con regularidad puede empeorar los problemas de sueño".

Y aunque te quedes dormido después de unas cuantas copas, el sueño que consigues no es tan bueno. "El alcohol puede perjudicar la parte reparadora del ciclo del sueño, la fase REM, además de interferir en el flujo de calcio hacia las células nerviosas, lo que afecta a la región del cerebro que controla la función del sueño", afirma Hobson.

También es posible que te despiertes con más frecuencia: "El alcohol provoca deshidratación, inhibe la hormona antidiurética (ADH) y obliga a ir al baño con más frecuencia", añade Hobson.

Efectos emocionales

Aunque tomar un par de copas puede provocar un subidón de dopamina, que induce la sensación de "borrachera feliz", a largo plazo el alcohol puede actuar como depresor.

"Beber alcohol con regularidad afecta a la química del cerebro de una forma que puede provocar sentimientos de depresión", explica Keenan, lo que puede crear un ciclo perjudicial. "La gente puede beber alcohol porque se siente deprimida, pero un consumo excesivo deprime aún más su estado de ánimo, lo que lleva a beber más, y así sucesivamente".