Independientemente de la edad a la que aparezca, el TDAH provoca problemas de atención, hiperactividad o impulsividad. Sin embargo, este síndrome puede manifestarse de forma diferente en niños y adultos.
En los adultos, los síntomas del TDAH pueden incluir inquietud o sensación de tensión interior, incapacidad para terminar las tareas a tiempo, desorganización en la vida cotidiana, dificultad para mantener la concentración en tareas o conversaciones, tendencia a perder objetos importantes, tendencia a intentar hacer varias cosas a la vez, búsqueda de soluciones rápidas a los problemas y dificultad para mantener un trabajo o las relaciones.
El diagnóstico tardío del TDAH puede producirse por varias razones:
- El TDAH es difícil de detectar, sobre todo cuando el síntoma predominante es la falta de atención. Los padres o profesores pueden tener dificultades para reconocer la enfermedad y remitir al niño para su evaluación. Además, los profesionales sanitarios pueden confundir erróneamente el TDAH con otras enfermedades, como la ansiedad o la depresión. A veces, un adulto sólo se da cuenta de que su diagnóstico no se hizo correctamente en el pasado cuando descubre que uno de sus hijos está diagnosticado de TDAH e identifica sus síntomas en su hijo.
- En algunos niños, los síntomas del TDAH son leves y no tienen un impacto negativo relevante, por lo que no está justificado hacer un diagnóstico. Aunque los síntomas del TDAH suelen tender a disminuir en intensidad con la edad, en algunas personas los síntomas empeoran en la edad adulta, y sólo entonces se hace evidente el diagnóstico.
- Varios factores pueden enmascarar los síntomas del TDAH durante la infancia y minimizar su impacto negativo en la vida diaria del niño. Por ejemplo, un niño con TDAH puede obtener buenos resultados escolares porque tiene un entorno familiar estructurado y protector. En estos casos, es posible que los síntomas del TDAH sólo se hagan evidentes en una etapa de la vida en la que la persona sea más autónoma (por ejemplo, al acceder a la educación superior).
- En la edad adulta, la combinación de responsabilidades profesionales, familiares y sociales pone a prueba los niveles de concentración, planificación, organización y capacidad para llevar a cabo las tareas cotidianas. Para un adulto con TDAH no diagnosticado, estas exigencias son especialmente difíciles de gestionar, lo que provoca altos niveles de estrés, ansiedad y depresión. A menudo, es en esta fase, cuando predominan los síntomas de "agotamiento" o agotamiento físico y mental, cuando el adulto reconoce que necesita ayuda.
Los adultos con TDAH no tratado tienen más dificultades para alcanzar sus objetivos académicos o profesionales y para mantener relaciones estables con los demás. La procrastinación, la impulsividad y la dificultad para gestionar el tiempo y las tareas suelen crear problemas en las relaciones con los demás y perjudicar el entorno laboral y familiar. En consecuencia, los adultos con TDAH no tratado suelen tener baja autoestima y a menudo sufren depresión, ansiedad o consumo de sustancias.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la forma en que varias regiones del cerebro se comunican entre sí. Aunque el TDAH no tiene cura, los tratamientos disponibles son muy eficaces para reducir los síntomas. El tratamiento suele incluir medicamentos para estimular el cerebro y estrategias psicológicas que minimizan los síntomas.
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