En un contexto mundial aún marcado por la incertidumbre, las presiones inflacionistas y las tensiones geopolíticas, la economía portuguesa crecerá un 2,3% en 2025, por encima de la media de la zona del euro. Y lo que es más importante, lo hace manteniendo la estabilidad financiera, reduciendo la inflación e invirtiendo en un futuro más productivo.
Los resultados económicos de este año se basan en el sólido impulso de finales de 2024. En un cuarto trimestre particularmente fuerte, el consumo privado se disparó gracias a un aumento sustancial de la renta de los hogares, impulsado por los ajustes fiscales y los complementos extraordinarios de las pensiones. Estas medidas inyectaron 2.000 millones de euros en los presupuestos familiares, lo que supuso una fuerte inyección de confianza y poder adquisitivo para millones de portugueses.
Aunque ese repunte se atenuará ligeramente en 2025, con algunas reducciones temporales de la renta disponible y un consumo más moderado en el primer semestre, se espera que el crecimiento siga siendo positivo y constante a lo largo de todo el año. Según las previsiones, el PIB crecerá un 2,1% en 2026 y un 1,7% en 2027, con una desaceleración natural que reflejará el final de programas de financiación extraordinarios como el Plan de Recuperación y Resistencia (PRR) de la UE.
Sin embargo, más allá de la dinámica a corto plazo, lo más prometedor es la evolución económica a largo plazo de Portugal. El país está pasando gradualmente de una recuperación impulsada por el consumo a otra basada en la inversión y las exportaciones. Se espera que la inversión pública crezca significativamente en 2025-26, impulsada por los fondos de la UE. Por su parte, la inversión empresarial está repuntando lentamente, apoyada por la mejora de las condiciones financieras y unos balances más saneados.
Mercado laboral
El mercado laboral portugués sigue funcionando extraordinariamente bien. Tras alcanzar niveles récord de empleo en 2024, se prevé que los puestos de trabajo sigan creciendo, aunque a un ritmo más moderado, mientras que el desempleo se mantiene estable en el 6,4%. En particular, la inmigración y el aumento de las tasas de participación han contribuido a impulsar esta expansión, lo que demuestra que Portugal sigue siendo un destino atractivo para el talento y las oportunidades.
La inflación, que preocupa en toda Europa, también se está controlando. Se prevé que descienda al 2,3% este año y se estabilice en torno al 2% en 2026. Este avance refleja la relajación de las presiones mundiales sobre los precios, una política fiscal disciplinada y un repunte del ahorro familiar, que alcanzó el 12% de la renta disponible en 2024 y se situó muy por encima de la media anterior a la pandemia.
Aun así, persisten los retos. Las tensiones mundiales, especialmente los posibles aranceles de EE.UU. a las importaciones europeas, podrían frenar el impulso exportador de Portugal. El aumento del proteccionismo y la imprevisibilidad política podrían afectar a sectores clave y erosionar la confianza. Pero incluso en los peores escenarios previstos por el Banco de Portugal, el impacto económico global sigue siendo contenido y manejable.
Mientras tanto, se están produciendo profundos cambios estructurales. El país está mejorando sus reservas de capital, especialmente en tecnología y propiedad intelectual, y alcanzando gradualmente a sus homólogos europeos en términos de productividad. La digitalización, unos niveles educativos más altos y un entorno empresarial más competitivo están contribuyendo a esta transformación.
Destaca un obstáculo a largo plazo: la demografía. Con una población que envejece y una mano de obra menguante, Portugal tendrá que invertir aún más en innovación, cualificación y eficiencia para mantener el crecimiento. ¿Las buenas noticias? La productividad por trabajador está aumentando, y muchos sectores ya muestran signos de una producción moderna y basada en el conocimiento.
La trayectoria actual de Portugal no sólo es alentadora, sino que es un signo de madurez económica. El país está gestionando los riesgos a corto plazo al tiempo que sienta las bases de un crecimiento sostenible e integrador. Desde unas finanzas públicas equilibradas hasta un mercado laboral estable, desde una inversión inteligente en infraestructuras hasta un enfoque en industrias preparadas para el futuro, Portugal se está posicionando como una economía resistente y con visión de futuro en un mundo que cambia rápidamente.
Tanto para las empresas como para los responsables políticos y los ciudadanos, este es un momento de cauteloso optimismo y oportunidad.
Paulo Lopes is a multi-talent Portuguese citizen who made his Master of Economics in Switzerland and studied law at Lusófona in Lisbon - CEO of Casaiberia in Lisbon and Algarve.
